Durante muchos años papá atendió a los clientes en la barra. Siempre desde el respeto, usó el buen humor como seña de identidad, consiguiendo así que su relación con todos los clientes fuera muy cercana. Tenía un repertorio de bromas extensísimo y a todos sacaba una sonrisa:
*¿La coca cola la quiere de naranja o de limón?
*¿La paella con arroz, verdad?
*Juanito, deme un huevo (vendía los kínder sorpresa de chocolate).
Cada uno compra lo que le hace falta…
Y así muchas más. Pero si hay una broma que recuerdan muchísimos clientes era la que realizaba papá con la botella. Cuando un cliente llegaba a la barra y pedía algo de beber, nuestro padre cogía una botella, y sin quitarle el tapón, la aproximaba al cliente y fingía que se le caía, dando un golpe en seco en la barra y girando el envase. Esta acción la hacía extremadamente rápido, consiguiendo que el cliente se asustase. Lo curioso es que un mismo cliente solía caer varias veces seguidas en una misma tarde.
¡Otra vez me la pegó, Juanito! foto Juanito y la botella